domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Qué pasaría si nunca más escribiera? Lo sé demasiado bien: no pasaría nada. Dejo Barcelona para ir a vivir a Madrid. En el fondo pienso que es un buen momento, Barcelona ha muerto, o al menos ha muerto la ciudad que un día soñamos que nos pertenecía. No sé si las uvas son amargas o no, como en la fábula, lo único que sé es que me niego a ser un extra que hace de camarero en una película de Woody Allen. Volveremos a la ciudad, lo sé, más pronto que tarde, pero ahora es momento de asomarse a nuevas presencias y nuevos encuentros. De descubrir el Madrid que una visión parcial e interesada nos ha querido presentar como una ciudad gris y sucia, remedo de un poblado manchego, cuando en realidad es una ciudad de primer orden, magnífica, que se regenera y se reinventa en cada esquina, cada mañana, todos los días.