miércoles, 3 de marzo de 2010

El problema es éste

Hay un hombre y una mujer cenando en el restaurante. El hombre simula un ataque de tos, para poder salir a la calle y llamar a su amante. Esto es Italia, piensas, como si la atmósfera carnavalesca lo justificara de algún modo. O quizá es la civilización, piensas, un poco avergonzado. Nadie engaña a nadie.

Hay un padre y una hija que se citan un jueves por la mañana en la cafetería de un hotel recién inaugurado en las afueras de la ciudad. Su conversación se interrumpe por las constantes llamadas al móvil. Primero ella, y después él. Ella parte apresurada al cabo de un rato.

Está el profesor de portugués, que por las mañanas trabaja de reponedor en un supermercado. Y los trenes de madrugada, cuando ya nadie espera en los andenes. Nunca.

Entro en una cafetería, cuyo pomposo nombre es “Coffee club”. Alguien grita, “¡Espérate, Roca!”, con una alegría indescifrable.

Todo esto sucede. Es verídico. Aunque no lo puedes afirmar rotundamente.

Es probable que, como tú, ellos también estén disimulando.