miércoles, 30 de junio de 2010

Poemo

Me asomé a la balcona
y contemplé la ciela
poblada por los estrellos.
Sentí fría en mi caro,
me froté los monos
y me puse la abriga
y pensé: qué ideo,
qué ideo tan negro.
Diosa mía, exclamé:
qué oscuro es el nocho
y que sólo mi almo
y perdido entre las vientas
y entre las fuegas,
entre los rejos.
El vido nos traiciona,
mi cabezo se pierde,
qué triste el aventuro
de vivir. Y estuvo a punto
de tirarme a la vacía...
Qué poemo.
Y con lágrimas en las ojas
me metí en el camo.
A ver, pensé, si las sueñas
o los fantasmos
me centran la pensamienta
y olvido que la munda
no es como la vemos
y que todo es un farso
y que el vido es el muerto,
un tragedio.
Tras toda, nado.
Vivir. Morir:
qué mierdo.


Jesús Lizano

martes, 22 de junio de 2010

Salgo a la terraza de la oficina. Suelo hacerlo durante unos 2 minutos cada 2-3 horas. No soy fumador. Como no tengo en qué emplear mis manos, cojo un vaso de agua y salgo con él, poco importa que esté vacío. Muchas veces miro al infinito, sin ver nada.

Hoy me detengo en un árbol, está dentro del cuartel. Algo se mueve entre las ramas. Hace un calor sofocante. Probablemente se trate de un pájaro, o un gato. A mí me parece algo grande, algo así como un gato inflado, o una ardilla. Una ardilla gigante, piensas, a sabiendas de que no existe tal género animal. Ahora no se mueve. No puedes demorarte más. A Don Luis no le gustaría que buscaras ardillas gigantes con la mirada, entre las ramas de un árbol lejano.