martes, 22 de junio de 2010

Salgo a la terraza de la oficina. Suelo hacerlo durante unos 2 minutos cada 2-3 horas. No soy fumador. Como no tengo en qué emplear mis manos, cojo un vaso de agua y salgo con él, poco importa que esté vacío. Muchas veces miro al infinito, sin ver nada.

Hoy me detengo en un árbol, está dentro del cuartel. Algo se mueve entre las ramas. Hace un calor sofocante. Probablemente se trate de un pájaro, o un gato. A mí me parece algo grande, algo así como un gato inflado, o una ardilla. Una ardilla gigante, piensas, a sabiendas de que no existe tal género animal. Ahora no se mueve. No puedes demorarte más. A Don Luis no le gustaría que buscaras ardillas gigantes con la mirada, entre las ramas de un árbol lejano.