lunes, 4 de octubre de 2010

Tras un partido en el Palacio de los Deportes


Decía Borges, que la derrota tiene una dignidad que la victoria no merece. El que no se consuela es porque no quiere, pienso yo. Más que de victorias o de derrotas, deberíamos hablar de éxito o de fracaso, no estoy seguro de que sean lo mismo. Por ejemplo, puedes perder un partido en casa, contra el eterno rival. Pero es un éxito congregar a 10.000 fieles cada noche, con el equipo que tienes este año. Es un éxito resistir en primera división, a pesar de que cada año tus mejores hombres se van a los equipos más ricos. Es un éxito defender la humildad, la creatividad, la libertad, la cantera, la imaginación, el respeto, el compañerismo, y hacerlo siempre con el máximo empeño. No es lo mismo ser el primero que ser el líder. El primero, desde la cumbre, no acierta a ver nada. El líder, el maestro, no sólo ve, si no que nos ayuda a ver, amorosamente, a lo largo de esta senda incierta. Quizá es pasión. O sólo demencia en un patio de colegio.