martes, 17 de agosto de 2010

“No hay nada que pueda compararse con un rostro. Es una tierra que uno no se cansa jamás de explorar”. Carl Theodor Dreyer

Hace semanas que busco un inicio memorable para mi novela (la novela que nunca escribiré, pero que existirá, siempre inacabada y múltiple en mi imaginación, mutando verano tras verano). Todo esfuerzo es en vano.

¿Podemos conocer a alguien –conocerlo en profundidad-, mediante el estudio minucioso de su rostro? El rostro humano es una vasta fuente de información, nos constituye, pero, a decir verdad, es sólo una imagen parcial de nuestra proteica personalidad. Éste será el primer capítulo. Un soliloquio escrito por un tipo que intenta escrutar en la personalidad de los demás realizando únicamente un análisis pormenorizado de sus caras. Escenario: un vagón de metro. Personajes: un oficinista, un tipo de apariencia anodina, una mujer peruana.

En el segundo capítulo nuestro hombre descubrirá que siempre somos en relación a los otros. Siempre. Me explico: este enano que tiene sentado justo a su lado, en el mismo vagón de metro en el que lleva a cabo sus pesquisas etnográficas…sólo es un enano en relación al resto de humanos. Pero si estuviera solo, absolutamente solo en el mundo, cabría la posibilidad de que, en realidad, fuera un gigante. Esto nos lleva a un cierto relativismo. Terreno pantanoso donde los haya. Stop.

Ahora observa éste renacuajo: nada, parece que se retuerce, descansa, respira, curiosea, la cola es su timón. Ignora a Kennedy, la guerra fría, Bin Laden, la ensaladilla rusa, la canción del verano. Aunque, estrictamente, no es del todo ajeno a ellos. Observa ahora este sapo. Es enorme, la piel gruesa, apenas húmeda, camina con dificultad. Te observa resabiado, desde el balcón que le confiere toda su experiencia anfibia, cifrada en decenas de batallas por su supervivencia, el dolor, el miedo, el frío quizá.

Todo esto nos sitúa ante el peliagudo asunto de definir qué es la realidad. La realidad es todo lo que acontece. ¿La realidad es todo lo que acontece? ¿Pasado y futuro forman parte de la realidad? Nuestros sueños, anhelos, pesadillas ¿forman parte de la realidad?

En la Tierra no hay superficie más interesante que el rostro humano. Lichtenberg dixit.