sábado, 8 de noviembre de 2008

Tratado de urbanismo

La gente acelera el paso en los pasillos subterráneos, ignorando que la oscuridad a veces es una bendición, un refugio, algo así como el olvido. Paseo por el Madrid umbrío, poca dulzura en estos perfiles recios, la frialdad ministerial y marmórea, mezclada con la antipatía del asfalto, como una gran lengua que se enreda y se forja en este humo de tabaco negro negrísimo. Aquí nadie se aparta de su camino, todos insisten tercamente en su imaginaria senda, en una especie de ignorancia debilerada y recíproca.